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25 enero 2011

MINDI MURIÓ ESPERANDO QUE SE LE HICIERA JUSTICIA, LA MATARON ANTES QUE UN TRIBUNAL PUDIERA ESCUCHAR SU TESTIMONIO, PORQUE EL JUEZ NO ACEPTÓ LA SOLICITUD DE HACERLO COMO PRUEBA ANTICIPADA

De la columna de Opinión de la periodista Marielos Monzón publicada en "Prensa Libre" del 25 de enero de 2011 
Detener el femicidio
A Mindi Rodas la conocí en un foro sobre violencia contra las mujeres. Ella fue una de las panelistas y yo la moderadora. Junto a tres sobrevivientes de violencia, Mindi contó su historia, tenía un tapabocas que le cubría el rostro desfigurado por el que fue su esposo. El relato de Mindi me conmovió hasta las entrañas. Su valentía al denunciar a su agresor y llegar hasta las últimas consecuencias en el proceso iniciado para que se le hiciera justicia, su fortaleza para romper el círculo de la violencia y salir de él, su empeño en iniciar una vida digna para ella y su pequeño hijo.

Mindi narró el calvario que vivió durante años junto a su compañero de hogar: violencia sexual, agresiones físicas y verbales, maltrato y encierros. Un día decidió cortar por lo sano y dejó a su marido.

Él, que como muchos hombres cree que la mujer con quien vive es de su propiedad y puede hacer con ella lo que le venga en gana, decidió vengarse y bajo engaño la subió en un vehículo, la llevó hasta la orilla de un río, la golpeó, la desnudó y con un machete le desfiguró el rostro. Creyéndola muerta, huyó y la dejó tirada a su suerte. Pero Mindi estaba con vida y después de lo sucedido, en lugar de esconderse y no hacer nada, decidió presentar la denuncia en el Ministerio Público.

Al agresor lo metieron preso; valiéndose de un documento con firma falsificada donde supuestamente Mindi desistía de la denuncia, salió libre. Pero ella no se dio por vencida, y con el acompañamiento de la Fundación Sobrevivientes consiguió devolverlo a la prisión y continuó adelante con el proceso.
Cuando finalizó de contar su historia, un sonoro aplauso envolvió toda la sala. Fue una forma de acompañarla, de solidarizarnos con ella, de demostrarle que no estaba sola. Todavía se me pone la carne de gallina cuando recuerdo aquella tarde del foro y las lágrimas de Mindi cubriendo su rostro, pidiendo a las mujeres no darse por vencidas y denunciar la violencia de la que son víctimas. A finales del año pasado, la busqué para hacerle una entrevista.
Me enteré que estaba sometiéndose a un tratamiento para reconstruirle el rostro. Me alegré por ella, me admiré otra vez de su coraje y su perseverancia.

Pero este fin de semana supe que fue asesinada. La mataron en diciembre y la enterraron como XX. La indignación y una tristeza profunda me embargaron.

Mindi murió esperando que se le hiciera justicia, la mataron antes que un tribunal pudiera escuchar su testimonio, porque el juez no aceptó la solicitud de hacerlo como prueba anticipada. Con Mindi son 695 las mujeres asesinadas durante el 2010, el 98% de las muertes causadas por un arma de fuego.

Guatemala sigue siendo un lugar peligroso para las mujeres y un paraíso para sus asesinos. El año pasado, solamente 86 casos de femicidio ingresaron en el Organismo Judicial (12.38% del total de asesinatos), y se dictaron únicamente 28 sentencias. La impunidad sigue siendo la constante y el mensaje continúa siendo el mismo: aquí, a las mujeres se les mata con odio y con saña por su condición de mujeres, y no pasa nada.

Mindi no estará presente en el juicio que se inicia el 16 de junio por las agresiones que sufrió cuando le desfiguraron el rostro. Pero su lucha, su testimonio, su valentía y su decisión de hacer valer la justicia siguen presentes.

Hoy, Mindi debiera convertirse en un símbolo de la lucha por la dignidad y la no violencia contra las mujeres.

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