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31 octubre 2010

EL DOCTOR ME INYECTÓ Y ME DORMÍ. CUANDO DESPERTÉ, NO TENÍA MI ESTÓMAGO. PREGUNTÉ POR MI BEBÉ Y LA ENFERMERA NO ME CONTESTÓ...

ASÍ RECUERDA MILDRED CUANDO LE ARREBATARON A UNA DE SUS HIJAS.
ESTA MUJER, ORIGINARIA DE MAZATENANGO, GUATEMALA, VIVIÓ MESES DE ANGUSTIA CUANDO CON ENGAÑOS LE QUITARON A SUS NIÑAS.
Fuente: Edición electrónica del diario "La Prensa" de Honduras del 16 de junio de 2010 Era junio de 2007, la separación de su esposo le afectó y la obligó a trabajar para mantener a su hija Ana Cristina y al bebé que ya tenía dos meses de gestación.
Lavaba, planchaba y aseaba casas para obtener algunos quetzales y comprar la leche de las niñas.

Su historia conmueve. La crueldad que padeció es una radiografía de lo que viven madres guatemaltecas, hondureñas, salvadoreñas y nicaragüenses que al igual que Mildred han sido víctimas de las redes de trata.

Mildred accedió a hablar con LA PRENSA y relató cómo le arrebataron a sus dos hijas.

La historia
Una tarde, Midred salió de su casa en Mazatenango sin imaginar que su vida cambiaría por completo. Cuando caminaba por el pueblo, una muchacha se le acercó a platicar.

La mujer trató a Mildred con mucha amabilidad y entre otras cosas le dijo que le tenía listo un trabajo donde le darían techo y comida mientras salía de su embarazo.

“La primera vez no lo acepté, le dije que no y al final me convenció. Nos pusimos de acuerdo para que me fueran a traer y ese mismo día a las siete de la noche llegaron varios carros y nos trasladaron hacia Villa Canales.

Al principio me trataban bien y cuidaban a mi hija. Cuando había pasado un mes, noté que le tomaban muchas fotos a Ana Cristina, entonces de 5 años. No decía nada, pero no me gustaba el interés que se notaba que tenían con la nena.

Yo ayudaba con la limpieza de la casa, era la doméstica.

Un día, Sabrina me pidió que les diera a Ana Cristina. Ella me decía que una señora mayor la podía cuidar mientras yo salía del embarazo.

Me prometía que a cambio me ayudarían y de esa forma no tenía que preocuparme porque después me iban a dar un trabajo.

Como no les decía que sí, me empezaron a presionar y fue cuando me dijeron que tenía que pagar por la comida y la casa que me daban.

Yo no les daba a mi hija. No podía y por eso, aunque estaba ya con cinco meses de embarazo, me negaron la comida y con tanta presión acepté y les dije que les daría a la niña si me aseguraban que estaría bien.

Al siguiente día me llevaron unos papeles para que los firmara. Con dolor accedí. Pensé que era lo mejor que podía hacer; estaba sin dinero, un niño por nacer y sin trabajo.

Me llevaron a San Juan Sacatepéquez porque allí entregarían la niña.

Llegamos y salió una señora de nombre Connie. Muy amablemente me dijo que la niña iba a estar bien y que no le faltaría nada.

Me sacaron las hojas para que firmara, les pregunté para qué y me dijeron que era para que la Policía se asegurara de que Ana Cristina estaba bajo su cuidado. Que era sólo para no tener problemas cuando pasara algún operativo.

Lloré cuando dejé a mi niña. Tenía un presentimiento, pero nada podía hacer.

A la hora regresamos. Yo seguía llorando y ellos me dijeron que no llorara porque la Policía nos podía parar en el carro.

El dolor por separarme de la niña era grande, pero me consolaba porque me dijeron que me la devolverían”.

“Me sacaron a mi hija”
“A los dos meses de haber perdido a Ana Cristina, amanecí con hemorragia y me llevaron a un sanatorio en Petapa.

El doctor que me atendió me inyectó y me dormí. Cuando desperté me sentía rara. Mi sorpresa fue al verme que no tenía mi estómago.

Preguntaba por mi bebé y la enfermera no me contestaba. Apenas me dijo que había tenido una niña y que estaba bien.

Le pedí verla y me dijo que no se podía porque estaba enferma de un pulmón. Claro, me la habían sacado antes de cumplir los nueve meses de embarazo.

No vi a mi hija. Me sacaron al siguiente día del hospital a pesar de que les exigía que me la devolvieran.

Regresé a la casa a seguir sirviendo, pero mi desesperación iba en aumento. Al verme engañada y sola, agarré un cuchillo. Yo quería matarme; era lo único que podía quitarme el dolor. No podía creer lo tonta que había sido. Una de las muchachas de la casa evitó que me matara.

Pasaron los meses y me mantuvieron encerrada hasta que decidí salirme de la casa y lo logré el 11 de noviembre de 2007.

Sabía que afuera encontraría la forma de ver a mis hijas. Pasé meses vigilando y buscando hasta que un año después logré ver a Connie, la mujer que me arrebató a Ana Cristina, ella tenía a mis dos niñas.

Entraron en una casa en una residencial, ella y dos hombres. Sin pensarlo, me metí en la casa y cuando me vieron, ella les gritó a los hombres y ellos me golpearon y me sacaron.

Me pusieron una pistola en la cabeza, me metieron en una camioneta y me llevaron a San Miguel. Me dijeron tenía que dar el nombre de la persona que me había dado la dirección y me amenazaron con matar a mis niñas”.

El rescate
Los esfuerzos de Mildred no fueron en vano. A pesar de las amenazas, decidió interponer la denuncia. El apoyo de las organizaciones no gubernamentales fue el escudo que encontró la madre para tomar valor.

En un operativo policial fue posible capturar a las personas que bajo engaños le quitaron a sus hijas.

Las menores fueron rescatadas gracias a la información proporcionada por los robaniños y fueron halladas en una casa en la zona residencial en San Miguel, Petapa, en Guatemala. Las niñas no habían sido vendidas y eso facilitó que el reencuentro entre madre e hijas fuera rápido.

Aún así, las pequeñas pasaron cuatro meses en una casa refugio del Estado, hasta que Mildred logró comprobar que era la madre biológica. Finalmente pudo volver a tenerlas con ella en agosto de 2009.

Este caso tuvo un final feliz, pero la mayoría de madres que padecen el trauma del robo de un hijo no tienen la misma suerte y viven con la angustia permanente de no saber qué pasó con sus hijos.

Mildred ahora trata de comenzar de nuevo su vida. Ha cambiado de domicilio, toma precauciones y disfruta de sus pequeñas, sin olvidar la marca que las redes de trata dejaron en su vida.

Los delitos que se tipificaron a los dos detenidos, Lilian Galindo y Mirla Sabrina Donis, en este caso fueron sustracción agravada y trata de personas. El expediente se encuentra en el Tribunal Primero de Sentencia Penal Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del municipio de Mixco, Guatemala.

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